Comprendo la pintura como una dimensión, no como un arte aplicado. En el ejercicio de pintar descubro procesos catárticos y valores no-lingüísticos que desafían mi intelectualidad y me instan a buscar un lenguaje anímico y gestual. Mi pintura no busca retratar nada; persigue, más bien, la materialización de códigos sensoriales y el registro de estados impulsivos que contrarresten la fuerza del razonamiento y el yugo mental.

Soy, cuando pinto, un medio imperfecto para la traducción de una realidad interior que se manifiesta a través de los signos y las formas del mundo. Me gusta pensar que mi pintura es semiótica, pues se mantiene en un nivel sígnico y lejano a la verbalidad. Usando mi cuerpo como un conductor y sometiendolo a un proceso de autoinducción al no-pensamiento, es como construyo mi discurso creativo. Mis pinturas son códices de inmaterialidad o muestreos rápidos de lo que es invisible por oculto o imperceptible por pequeño.

Me gusta entenderlas como animografías; es decir, como la representación material de mis estados anímicos. Para realizarlas inicio por un proceso de saturación intelectual en el que lleno mi cabeza tanto de ideas y recuerdos, como de datos y formas. Poco a poco comienza mi mente a recibir impulsos que me llevan a diferentes etapas emocionales. Luego de la saturación, mi intelecto alcanza una fase pueril o inocente, es entonces cuando me dispongo a pintar. De ahí que cada creación dependa de mi estado de ánimo anterior y aunque inevitablemente estos se repiten, procuro no caer en formulismos o reiteración de patrones.

Mi propuesta general es la decodificación del inconsciente, la resignificación del impulso y el registro del instante presente.

Quiero desafiar la univocidad del plano bidimensional y romper con los compromisos naturales de la vista. Mi intención es incitar la mirada del espectador a derrochar sus sentidos en medio de un caos estético y desnudar los paradigmas de la geometría para, de este modo, entender que hay otro mundo bajo este mundo o para olvidar el último por completo.
 

María José Romero.

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